Se pierde el rumbo, demasiadas estrellas que se columpian sobre el cielo, caminos en la noche, sin saber cual seguir, apostado sobre el timón con una mueca de preocupación, cercado por divagaciones que se pierden en la inmensidad del mar. Aún así, jamás se ha de desistir en éste trayecto, muchos puertos han de contemplar mi viejo Galeón de negras velas, arribando en ellos por un tiempo, partiendo en penumbra, reflejando su espectral semblante, su sigilosa e incesante marcha hacia nuevos rincones mundanos e irreales.
Como un lienzo de W. Turner, allá en la lejanía, tras un horizonte de ocasos otoñales, anhelando un suspiro que acaricie la libertad, la cual el eterno viajero ansía, adornada con versos de un romanticismo desvirtuado en la época que nos tocó vivir. Firmamento de dioses y guerreros, mitos que dibujan el pasado, presencia bajo tu espejo argento mi empresa, la aventura más fascinante que jamás viví, un sueño que comienza al compás de los fervientes latidos de mi corazón.
Y que el viento sea portador de mis hazañas...
Imagen: Lienzo de W. Turner
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