martes, 4 de febrero de 2014

Un programa de radio llamado "El Café de la lluvia".

De vez en cuando regreso a este espacio de reflexión interna. En esta ocasión la razón de mis palabras va ligada a una decisión que tomé hace dos años y unos meses: hacer radio. Aquello fue una salida, una válvula de escape, incluso, un refugio en los tiempos de traje y corbata, del dinero a espuertas. 

Apasionado por el mundo de la cultura tuve claro el contenido del espacio radiofónico desde el primer día. Con el paso de las ediciones la voz quebrada comenzó a coger firmeza y, las ideas que afloraban sin cesar se amoldaron a una estructura.  Hace un par de semanas celebramos el programa 100, acudieron al mismo buenos amigos que me han acompañado a lo lago de este tiempo en dicho viaje. Una situación entrañable, muy emotivo mirarse frente al espejo.

El Café de la lluvia ha sido y es terapia, un rincón de cultura, pensamiento crítico y reflexión. A lo largo de este tiempo no he dejado de aprender, cada nueva edición suponía un manantial de conocimiento. Le debo tanto que no puedo decir que no a los acontecimientos que van a desarrollarse en las siguientes semanas. Sólo darle las gracias, así como a todos aquellos que hacen esto posible, los oyentes. 

Espero seguir muchos años en la mecha radiofónica. No obstante, ahora se cierra un ciclo y se abre una nueva etapa. 

Y alcé la voz quebrada en una noche de media luna, sin mirar hacia atrás, sobre la cabeza de aguja de una vieja montaña. Dibujemos sueños con un lápiz de realidad.  


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