lunes, 20 de septiembre de 2010

Sobre eso de ser escritor.


Hace unos días, tuve la suerte de presenciar por la pantalla del televisor una entrevista a una escritura de gran calado y prestigio en España, he de confesar que no he leído nada suyo, por lo cual no puedo opinar de su obra, pero sí de una afirmación que realizó esta autora al entrevistador.

En resumidas cuentas, esta señora tras sentirse una privilegiada por ser parte del gremio y vivir de lo que escribe, nos dibujaba la profesión de escritor como algo que debe de tener una rutina y constancia, algo indiscutible, pues es un oficio, una artesanía más, sólo que en esta ocasión se trabaja con las letras. Mi reflexión llegó en el momento que nuestra autora decía que estaba seis horas todas las mañanas dándole a la tecla sí o sí, y que eso de la inspiración es algo secundario, idealización romántica, que muchos tenemos, y que venir viene, pero no se puede depender de la misma para ser escritor.

Considero la inspiración esencia de lo que se refleja en las hojas de un libro, corazón y piedra angular de cualquier autor, pues sin ella, sin sus susurros al oído, no es posible crear una obra de gran envergadura. Me viene a la memoria la biografía de Julio Verne, el cual acabó exprimido al máximo por su editor, algo que se denota en sus últimas obras, cuya frescura es inexistente, pero no le quedaba otra que realizar una artesanía rápida, de estar más de seis horas escribiendo, secando su cerebro.

En la actualidad, pasa algo parecido con muchos escritores, atados por el mundo editorial, a fin de cuentas es quien marca los márgenes, esa línea que no debería de existir. Para vivir de ello no queda otra que acatar las normas, dejando la inspiración en segunda instancia, priorizando la demanda del público. Por ello, las palabras de nuestra prestigiosa escritora, no nos muestran otra cosa que la realidad del oficio en los tiempos que corren.

Allá, a lo lejos, quedaron las voces de los que escribían a golpes de inspiración, cuyo prestigio se alcanzó con su muerte, mientras que en vida mendigaban monedas con las palabras, para dar paso al grito ensordecedor del artesano, presente en escaparates y revistas cuya posición social es holgada y en algunos casos estratosférica.

Si algún día decido ser escritor, recuérdenme que beba de la inspiración primero y de la constancia después, pues si el orden se altera, habré caído en la fatalidad, traicionando así, el ideal romántico que envuelve mi alma.

1 comentario:

  1. Y es de esa manera, como la persona a la que te refieres, mediante la cual las librerias están llenas de libros con títulos muy parecidos, temáticas básicas y literatura inexistente. Quizás por eso siempre he preferido los clásicos, quienes escribían cada párrafo lleno de sentimiento y sin ataduras del poderoso caballero.

    Si eres fiel a ti mismo, el ideal romántico siempre te rodeará inspirándote ;)

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