Escribo desde el tenue
silencio que brota de una pluma que aún está por partir a los mundos olvidados,
donde la imaginación reina sobre esferas celestes dibujadas por poetas pasados,
ocultos entre páginas de pétalos negros, custodios de la memoria que envuelve
nuestros tiempos pretéritos. Cansado y algo reflexivo, con el cerebro pausado y
la sonrisa esquiva, me detengo, contemplo más allá de mi ventana y sin quererlo
me dejo llevar por la embriagadora melodía que desprende la vieja radio de mi
habitación.
El reloj ralentiza sus
latidos, el compás se vuelve taciturno y las palabras desembocan sobre el papel
a lentas bocanadas, sin celeridad pero con el suficiente balanceo que el
constante tintineo de la punta despuntada no caiga en el tedio. Así hilvano
aquello que creo, sin miedo al fracaso, pues todo aquello que florece a mí
alrededor no busca otra cosa que la complacencia del propio autor, del
individuo que aquí se halla entre libros de toda índole.
Se abre una nueva
etapa, los proyectos ya están sobre el tablero, ahora sólo falta realizarlos, mover las piezas.
Deseosa como siempre de novedades! gracias por seguir compartiendo.
ResponderEliminarbesitos
Gracias por seguirme siempre ;)
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