No creas que se me ha olvidado, no creas que la tinta
permanece seca dentro del vil cristal, no me consideres uno de esos que soplan
más con la voz que con la pluma. Simplemente pausé, hice un alto en el camino y
me adentré en la vorágine de la estupidez consumada, de la creatividad muerta,
de la asfixia permanente bajo minuteros de raíles oxidados. Me decían que el
dinero mandaba sobre un tablero astillado llamando mundo, y sin ser yo me lancé
sobre una espiral de zombis alineados, palabras frías que traspasan el corazón.
Y hoy ya es hoy, y sin quererlo quiero contemplarme frente
al espejo de mis pupilas mortecinas para romper las comas y los puntos que
marcan el papel. Y al escribir se me caen las lágrimas y pronuncio la palabra
inspiración, pronuncio la palabra libertad. Sentir Espronceda, sentirse vivos.
Literatura sentida, experiencia vivida.