Hoy no encuentro mejor momento para dejar algunas palabras marcadas sobre este blog de páginas amarillentas. Tal vez sea el amargo del té en mi boca,-evocador de parajes arropados por un dorado atardecer -o la guitarra vieja que adormece mis sentidos, ya mermados por unos días de pretérito tiempo, algo aciagos en salud. Lo cierto es que arranqué la pluma de su estuche y comencé a trazar palabras anodinas, sin más guiso que despistar el alma de la ficticia realidad con la que nos despertamos cada día.
Allí estaba yo, escribiendo silencios rasgados por el leve gemido del acero tintado sobre los blancos espacios de aquel cuaderno. Perdiéndome en la calma del crepúsculo, paseando a través de una senda rodeada por árboles y pequeños arbustos, cobijo de pájaros cantores que flirtean con su sombra. Sereno, tranquilo, con ganas de emprender un viaje sin destino, ser vagante en el camino.
Tras cerrar el libreto de notas, me sentía saciado, con ganas de aprender en ese viaje itinerante que supone la vida, sin más meta que sonreír a cada paso dado, disfrutando, saboreando, sin el bullir ni el agobio en el que se nos envuelve y por el cual tantas veces nos dejamos llevar. Queremos ser tanto que nos olvidamos de nosotros mismos y de aquellos que siempre nos tienden una mano.
Ha pasado tiempo desde mis últimos
trazos en este blog de idas y venidas, de reflexión y pensamiento crítico. Una
entrada, la pasada que no causó indiferencia al gentío y eso es de buen sentir
para un servidor que escribe como cualquier otro, sin ser más que nada ni menos
que nadie.
El tema que abordo a continuación señor
lector es para sujetarse bien el pantalón pues versa sobre una multinacional,
una sociedad luchadora que muere en su propio país a golpes de porra y un
equipo de fútbol bordado unas instituciones
de poder que lo único que les importa del deporte es la propaganda que se puede
mostrar al colectivo nacional.
Una vez en el ajo del asunto, puede
resumirse todo ello en un spot publicitario de la marca Coca Cola en el cual se
intenta apelar al espíritu de lucha de una parte de la ciudadanía española ante
el temporal que estamos viviendo para animar a la selección española. Pues
parece ser, que si todos juntos animamos a la selección los problemas se
resolverán, pues con ese sentimiento de unidad podremos salir de la
estafa-crisis. Algo muy bonito que en realidad es imposible que pueda
realizarse, pues el gobierno y todo su cuerpo estatal asfixian al pueblo cada
día más para a la banca salvar, entre otras cosas claro está. Los caminos son
divergentes Coca Cola, dile a los que luchan en las calles que vayan a un bar a
animar junto a un anti disturbio que un mes antes le reventó la cabeza o a un
desahuciado que abrace a un banquero que le robó la dignidad. ¡Qué bonito don
Pepito! ¡Seamos serios un poquito!
Pero tranquilos amigos míos que
Rajoy ya alzó la voz ante los jugadores que no declaran sus primas- y no de
riesgo- obtenidas por las pasadas
glorias patrias en Europa y el Mundo. Don Cenizo dijo lo siguiente: “Necesitamos una alegría en tiempos difíciles”.
Muchos jugadores pensarían “sí, ganar y ganar y no declarar, por algo somos el
ejemplo nacional”. Por suerte Vicente del bosque, seleccionador nacional
sabedor de que esto únicamente debe de ser deporte, contestó al barba cenizo: “Ganar no es la solución del problema”.
Así queridos hermanos de la patria,
recordad, todos con el bombo a animar, y no se ofendan de verdad, si les digo
que deben de saber diferenciar entre una actividad deportiva y el uso que
pueden darle ciertos sectores del poder a dichos eventos con el fin de realizar
propaganda y desviar al personal de los problemas que nos atañen. Así pues, si
el culo les duele tras cada victoria del combinado nacional, que sepan que lo
que sólo debería ser deporte, el gobierno de un tal Rajoy lo utiliza para
meternos reformas y recortes sin igual.