He recorrido oscuros callejones, me he topado con un montón estocadas a mis espaldas, acero y sangre con una luna muerta por bandera, pero no me he detenido y he seguido avanzando, sin mirar atrás, sin retroceder, pues si te estancas estás acabado. He aprendido a cada paso dado, he blandido mi espada para batirme a duelos con mi sombra, voz rasgada por los ecos del alcohol, mirada sincera a través del espejo de la realidad.
No creo en banderas llenas de dinero, ilusiones de corazones huecos que necesitan creer en raíces propias, generando ansías de odio y superioridad, todo vano, no serás mejor persona por ello, sólo una marioneta más de los cuatro “políticos de turno” , los que duermen en colchones de billetes y se ríen en tu cara a cada instante vivido.
Creo en el individuo, en el ser humano, en su capacidad de crear y destruir, tan bello y horrible a la vez, civilización del progreso involutivo, paradoja perpetua aunada a nosotros hasta el fin de los tiempos.
Los besos de alquiler caducan al tiempo, fugaces estrellas perdidas tras las barras de los bares, sabor de humo y palabras rotas. Tras la noche un portal lleno de estrellas, y a su paso el silencio, sentado en las escaleras, contemplando la calle desierta, pensamientos trenzados con un corazón que ya no se lamenta, forjado en mil batallas, frío y serio, reflexivo en definitiva.
Balance de la vida, muchas caras, buenas y malas gentes, experiencia en la pelea, en el vino y con luceros de bella sonrisa, a veces he perdido el rumbo, otras simplemente no me encuentro, en ocasiones desvarío entre versos de algún poetastro maldito, una sensación algo extraña encauza mis venas, mi sangre hierve al compás de una guitarra desgastada, cuerdas con sabor a lágrimas, heridas saladas que sólo unos labios inexistentes pueden calmar.
Sé que a veces lo pude hacer mejor, otras tantas golpee, otras tantas recibí, mirada altiva en la victoria, levantarse tras una derrota, no queda otra y caminar. En ocasiones se sufren desengaños, decepciones, descaros, susurros amargos, falsedades y mentiras, hilos de sangre que descienden por un lado, y sin embargo por otro alegrías, sinceridad en una sonrisa, muestras de verdadera hermandad, por ello merece la pena continuar. Doble cara, lo malo ha de ser extirpado de raíz, que las cabezas rueden y el honor prevalezca ante todo.
Y sigo caminando por la vida, en pos de un atardecer de pétalos rojos, unas litronas algo vacías, unos labios que sepan a libertad, la mirada al frente, guitarras viejas que canten mi canción, los míos a la melodía, y de estandarte las ilusiones que acuno entre mis manos.